viernes, 18 de enero de 2008

Annabel Lee



Esta mañana escuchando la radio he recordado una mención a la vieja y hermosa canción de Radio Futura, basada en un poema de Edgar Allan Poe. He copiado la información de internet:

Edgar Allan Poe es uno de los más grandes escritores estadounidenses, considerado el padre del cuento y del relato policial. Pero Poe no sólo fue cuentista, sino también poeta, y uno de sus poemas más populares es el magistral Annabel Lee.

Poe tenía una personalidad explosiva y cáustica, lo que le causó problemas con su padrastro y en los empleos que desempeñó. Sin embargo, su amor por Virginia Clemm, su esposa, era “una especie de adoración hacia su belleza” según George Rex Graham, quien fuera jefe de Poe cuando éste era editor de una revista.

Virginia era prima de Poe, hija de la hermana de su padre. Edgar y Virginia se casaron secretamente en 1836, cuando ella tenía 13 años y él 27. Al ministro presbiteriano que los casó tuvieron que mentirle diciendo que ella tenía 21.

Virginia enfermó de tuberculosis en 1842 provocando gran depresión en Edgar. Finalmente, después de cinco años de padecimientos, murió en 1847 a los 24 años. La vida de Edgar Allan Poe perdió el rumbo después del deceso e intentó suicidio al año siguiente. Su desdicha fue agravada por su mala situación económica, muriendo presumiblemente por excesos en la bebida y las drogas en 1849, a los 40 años. Sus últimas palabras fueron “¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!”.

Annabel Lee fue el último poema que escribió, publicado después de su muerte, y buena parte de sus biógrafos e historiadores coinciden en señalar que lo escribió pensando en Virginia.

Annabel Lee (español)
(Traducción de María Condor y Gustavo Falaquera)

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
vivía una doncella
cuyo nombre era Annabel Lee;
y vivía esta doncella sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.

Yo era un niño, una niña ella,
en ese reino junto al mar,
pero nos queríamos con un amor que era más que amor,
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los serafines del cielo
nos envidiaban a ella y a mí.

Tal fue esa la razón de que hace muchos años,
en ese reino junto al mar,
soplara de pronto un viento, helando
a mi hermosa Annabel Lee.
Sus deudos de alto linaje vinieron
y se la llevaron apartándola de mí,
para encerrarla en una tumba
en ese reino junto al mar.

Los ángeles, que no eran ni con mucho tan felices en el Cielo,
nos venían envidiando a ella y a mí…
Sí: tal fue la razón (como todos saben
en ese reino junto al mar)
de que soplara un viento nocturno
congelando y matando a mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el amor de nuestros mayores,
de muchos que eran más sabios que nosotros,
y ni los ángeles arriba en el Cielo,
ni los demonios abajo en lo hondo del mar,
pudieron jamás separar mi alma
del alma de la hermosa Annabel Lee.

Pues la luna jamás brilla sin traerme sueños
de la bella Annabel Lee;
ni las estrellas se levantan sin que yo sienta los ojos luminosos
de la bella Annabel Lee.
As
í, durante toda la marea de la noche, yazgo al lado
de mi adorada -mi querida- mi vida y mi prometida,
en su tumba junto al mar,
en su tumba que se eleva a las orillas del mar